Eva Schloss rememoró pasajes de su dura adolescencia, huyendo del terror nazi, en el conversatorio efectuado en la Sala Sinfónica del Centro de Bellas Artes de Santurce. (David Villafañe)
La superviviente del campo de concentración Auschwitz visitó la isla y habló sobre sus vivencias antes, durante y después de la Segunda Guerra Mundial
El ambiente era solemne, de expectación, de silencio total. Tan así que, hasta en un momento dado se podía escuchar el sonido del acondicionador de aire en una Sala Sinfónica, en el Centro de Bellas Artes, en Santurce, llena a capacidad. No era para menos. Eva Schloss, de 89 años, superviviente del campo de concentración Auschwitz-Birkenau, hablaba sobre su vida en esa época, cuando apenas tenía 15 años.
Ante un público heterogéneo, con familias en las que había niños y adolescentes, adultos jóvenes, miembros de la comunidad judía en la isla y personas de mayor edad, Schloss fue presentada por el rabino Mendel Zarchi de Chabad of Puerto Rico y recibida con una gran ovación de pie.
En el conversatorio -moderado por la periodista y subdirectora de Entretenimiento y Estilos de Vida de El Nuevo Día, Cristina Fernández-,Schloss rememoró esos años, vividos en carne propia, en que seis millones de judíos fueron víctimas de la persecución y aniquilación sistemática que implementó el dictador Adolf Hitler entre 1933 y 1945.
“Nunca más Auschwitz”, expresó emocionada Schloss, tras recordar que luego de la invasión Nazi de Austria, su padre se instaló como refugiado en Holanda con su hermano porque “si se dividían había más posibilidades de sobrevivir” y luego, ella y su madre se unieron, al creer que allí estarían fuera del alcance de los nazis, quienes finalmente ocuparon Holanda en 1940.
Mientras Schloss hablaba, el público seguía con absoluto interés cada evento que recordaba la mujer. Ciertamente, era un momento en que la historia era contada por alguien que la había vivido de primera mano. Una historia de supervivencia, de terror, de perdón y de resiliencia.
La sobreviviente del Holocausto contó que en Holanda conoció a una niña de su misma edad, Ana Frank, la misma que dejó constancia en su diario de los dos años y medio que pasó ocultándose, con su familia y cuatro personas más, de los nazis en Amsterdam. Precisamente, Otto Frank, padre de Ana, fue el único en sobrevivir de esa familia y de los Schloss, solo lo consiguieron Eva y su madre, quien en 1953 se casó con Otto, lo que la convirtió póstumamente en su hermanastra.
La superviviente señaló que la intolerancia, violencia y xenofobia se ha repetido décadas después en varias guerras en las que “la gente mata sin razones”. Por eso, resaltó la importancia de concienciar y educar sobre las situaciones por las que pasan los refugiados en el mundo.
De la misma forma, la anciana recomendó a los presentes ser felices porque es el “antídoto” contra muchos de los males que sufre la sociedad moderna.
El viaje de la muerte
Schloss recordó que luego de que su familia fue delatada en Ámsterdam y fueran deportados a campos de concentración, vivieron momentos muy duros en los que “nos trataron más como animales que como personas”.
Rememoró, por ejemplo, ese viaje de muerte a Auswichtz en un “tren con cientos de personas sin apenas espacio para moverse durante un viaje que duró casi seis días”.
“Fueron momentos de extrema crueldad. Vi morir a muchos niños y viejos por la falta de alimentos y medicamentos, así como por el frío extremo”, señaló Schloss, tras describir el momento en que el doctor Josef Mengele -uno de los criminales nazis más crueles’-, seleccionaba a las personas que iban a morir en la cámara de gas, aunque muchas creían que se iban a bañar.
Experiencias, aceptó, que en principio le hicieron sentir mucha desesperanza y odio hacia los nazis y las personas que no hicieron nada por impedir sus crímenes. Sin embargo, resaltó que fue Otto Frank (el padre de Ana) el que le aconsejó no odiar porque “la única que sufría y hacía su vida miserable era yo misma”. Lo que también le ayudó a sobreponerse luego de terminar la guerra porque “quería casarme, formar una familia y tener hijos”.
“Otto me dijo que no todos los alemanes eran malas personas, sino que era una situación especial provocada por la llegada al poder de los nazis”, afirmó, tras enfatizar en la importancia de una educación de calidad para todos como una forma de evitar desigualdades.
“No debemos dar nada por sentado. Mis padres, mi hermano y yo éramos felices y la vida nos cambió para vivir la crueldad más extrema en el campo de concentración de Auschwitz. En menos de 20 años no quedaremos sobrevivientes del holocausto que podamos narrar lo ocurrido, por lo que, a mis 89 años, me dedico a educar para que no olvidemos”, dijo emocionada Schloss, quien desde 1985 promueve la paz para que nunca más haya un Auschwitz. Sobre todo, le interesa que los jóvenes conozcan sobre ese capítulo de la historia que, aunque puede parecer lejano, sigue siendo un hecho histórico nefasto.
Durante el conversatorio también hubo momentos más distendidos cuando Schloss habló, por ejemplo, del momento en que conoció a su esposo, Zvi Schloss, y cómo él le propuso casarse e irse a vivir a Israel.
“Le dije, no gracias, porque yo quería estar con mi mamá. Pero luego Otto vino a visitarme y le conté que este joven me había propuesto matrimonio y que le había dicho que no. Él me dijo que mi madre y él se habían enamorado y que querían casarse. Así que regresé a hablar con el joven y le pregunté si se quería casar conmigo. Estuvimos casados por 62 años, así que creo que fue una buena elección”, contó, mientras el público reía y la aplaudía. Schloss, quien actualmente vive en Londres, continuará viajando por América con varias presentaciones públicas. – Fuente:
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